BARROTES INVISIBLES


La soledad camina escoltada por la razón.
Cuando éramos niños se agazapaba en la oscuridad. Se juntó con la timidez; miedo disfrazado que acompañó la adolescencia.
Creó un dibujo lastimero para retener a los hijos y fue capaz de llevar la mentira como estandarte, para no ver que el amor también se acaba.
Tal vez olvidamos aquel lugar al que regresamos en silencio, descascarando el deseo y abriendo los sentidos.
Cuando nos conmueva el vuelo del águila.
Cuando el siseo del mar nos hable delos espíritus del agua.
Si descubrimos que el fuego del atardecer no tiene propietario y hundiendo los pies en la arena reconocemos que somos uno más, habremos llegado al punto final de la soledad.
La libertad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ohhh! los barrotes Graciela... Cuídate de ellos.