CALOR DE HOGAR





Apenas nací me encontré sola, totalmente desprotegida en medio de la noche.
En el momento que ella me encontró sentí que renacía. Me asistió, me dio de comer, jugábamos juntas…
Cuando su madre planchaba, ese calor que salía de la ropa almidonada, me producía un hechizo insólito.
Era una vida muy buena, todo era perfecto hasta que un accidente me dejó renga.
Las cosas se complicaron pero, como me mimaban tanto, me las arregle bastante bien.
Aquella noche quise escapar una vez más, jamás imaginé que la lluvia podía se tan pesada.
Estaba lejos de casa, quise volar y no pude…no pude…

LOS SUEÑOS SUENAN




A lo lejos se oía un sonido antiguo, alargado, por momentos los pájaros lo imitaban y los árboles estiraban las ramas en busca de más.
Desde las hojas se colaba un cuchicheo sonoro de risas.
Flotando entre los robles afloró la figura de una niña con las manos hacia delante. Movía los dedos…
De pronto se mostraron y el bosque estalló en colores. Todos creaban una danza alrededor de la chica que movía los dedos y justo era desde allí, de donde surgía el sonido.
Quise estirar mi mano y todo se apagó.

OPORTUNIDADES EFIMERAS


Detrás de las colinas las luces iniciales reverberaban avisando esa madrugada que ellos, los que te cuidan, esperaban por vos.
Las luces se agruparon anhelantes para ver el momento en que se abrieran tus ojos.
Había un silencio asfixiante: cada infierno traspasado, incontables lágrimas congeladas, las hojas secas yacían en el camino. Todo listo… a punto de desplegarse.
¡Y ocurrió!
Todo pasó y no te diste cuenta.
Ahora hay que volver a empezar…

AVENTURA URBANA


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Hace varios años en Cabana, una villa serrana con perfume a hierbas y salpicada por dos arroyitos, se vivía una aventura cotidiana.
Se trataba de la vida interior de un vehículo asombroso. Cuando llovía era blanco y desde lejos se adivinaba su existencia. Lo llamaban el Himno Nacional por el ruido a rotas cadenas que hacía al llegar, siempre que llegara. Entonces se escalaban los peldaños hacia un interior descalzo de alfombras, vidrios inquietos y muchas evocaciones bordadas en los asientos movedizos.
Durante el trayecto, enredadas en las bolsas de compras se oían historias personales, de otros y aquellas cuyo enunciado era, “Esto queda entre nosotras…”
Al medio día se enlataban empujones, codazos y mochilazos. Como madre paciente los esperaba como lo había hecho con varias generaciones.
Como él sabía las necesidades económicas de su gente, permitía trasladar cualquier cosa: marcos de ventanas, piletas de lavar, todo tipo de herramientas y hasta la presencia de un inodoro, que al ocupar un lugar de preferencia, llevó al pasaje a pensar si se trataba de una mejora en el servicio o era el lugar destinado al inspector.
Este cubículo no viajaba a la deriva, lo conducía una gran oreja que se ocupaba, primero de llegar y después de escuchar las cuitas de todo el mundo.
Además de ser depositaria de los desahogos solitarios y chicos de jardín, llevaba noticias boca a boca durante el recorrido. A veces algunas encomiendas eran tan frágiles que cambiaban su estado en el camino. Pasaban a ser tortilla antes de tiempo.
Muchas veces el cubículo contorneaba su cintura y no era que bailara cuarteto sino que llovía y como adentro también llovía, la gente se abrazaba en los rincones.
Hubo un día de luto en la villa, la tristeza transportó a los viajeros que pudieron ver, a la vera del camino, las chatarras abandonadas de aquellos COLECTIVOS URBANOS DE CABANA.

UNA MUJER


DIA DE LA MUJER 2009

Ella no usaba ropa elegante y no conocía las joyas. El trabajo le humedecía la frente, se perfumaba de horas silvestres y el sol salpicaba sus cabellos.
Cuando meditaba tocaba a los ángeles y guardaba el secreto.
Se estremecía cuando su esposo la miraba. Se amaron y un sueño creció durante nueve lunas.
Ella amaba a su hijo y su hijo al Padre, ese que está en los espacios profundos de cada hombre y mujer.
Cuando el niño creció dijo en voz alta:
“Amaos los unos a los otros.”

UNICO




No es mi silla
es la silla
donde se recuesta el maestro.
Tiene el pelo sedoso y honda la mirada.
No es un gato,
mi gato.
¡Es él gato!

CUMBRES


Desde aquella altura podía ver el paisaje iluminado por la luna, no escuchaba sonidos, no soplaba el viento.
Casi en un murmullo comencé a pronunciar mi nombre, fui elevando la voz hasta convertirlo en un grito.
Cuando miré hacia abajo, vi todo tan lejos...
Grité una vez más y me desdibujé entre las estrellas.

SENSACIONES


Estoy formando parte de la oscuridad. A lo lejos diviso un espacio por donde penetra una cinta de luz. Me deslizo por ella para ver del otro lado.
De pronto siento una explosión silenciosa. Ahora me encuentro en un lugar negro y espeso, pero percibo un surgimiento a mi alrededor. Son diferentes manifestaciones de color que cambian sus figuras constantemente.
El ambiente sigue siendo oscuro pero la sensación es agradable y cálida. Distingo los matices entre las sombras.
Puedo escuchar un sonido monótono, placentero y cada tanto un estremecimiento tierno me envuelve.
Oigo voces que me llegan de alguna parte. ¡No quisiera salir nunca de aquí! Pero algo se comprime… pasan algunos minutos y vuelve a apretarme… Una fuerza poderosa me empuja…
De pronto todo se abre, una bocanada de aire penetra por mi boca, no se que hacer, lo retengo dentro mío hasta que no puedo más. No se que hacer no puedo más...
Por fin lo expulso en un largo y ensordecedor grito.
¡Acabo de nacer!

APLAUSOS EN UNQUILLO


Están y no están.
El sol calienta las sillas,
algunos escuchan y no entienden.
Están y no están.
El canta y está perdido
en su propia letra.
Toda suya.
Sin sonido los aplausos.
Algunas mujeres
sin nada que hacer,
dan una vuelta.
Están y no están.
Él sigue cantando
su letra... sin aplausos.