LA HORA MÁS QUIETA




El lugar estaba oscuro, la luz penetraba amenazante a través del hueco de la cueva,lastimando la negrura inmóvil. Recostado sobre una roca, tan quieto como la noche, observaba.
Sentía que la hora había llegado, no tenía miedo, esperaba... la esperaba.
Estaba solo y se preparó para recibirla, desnudo.
Como cuando llegó al mundo.

HOMENAJE A MARTA RIVOLTA




Miles de pájaros agitaron sus alas
Aquel día en que el sol decidió ser vos.
Recuerda tu madre el misterio
Tardabas en nacer.
Aplazabas el tiempo.

Regresaste porque si.
Ibas buscando altares de libertad y cuando
Viste tantas ideas muertas,
Olvidaron el porque, dijiste y
Lanzaste un aullido salvaje.
Todavía no es tiempo de verdades.
Radiante volviste a tu enigma de eternidad.

Gaciela Martellotto

IGUAZU




Permití que las gotas recorrieran mi cuerpo. Cerré los ojos y dejé que su música me ensordeciera.
Caminé descalza sobre la tierra roja, abrí los brazos y, desde la espesura, la selva me contó sus secretos. Uno de ellos, el más sagrado, lo traje en mi bolsillo. Lo rescaté de entre los helicópteros y las cámaras de los Japoneses. Estaba escrito sobre la hoja de un árbol:
-“Tantas lágrimas jamás lograrán lavar tanta sangre.”-

Graciela Martellotto

DEL TRO LADO




Los veo entremedio de cristales gomosos, puedo escuchar sus pensamientos, son líneas entremezcladas con figuras geométricas que me dicen lo que dicen desde adentro.
Estoy en viaje. Parto de esta nada y ya descubro el color del vacío riguroso, luz exuberante que me llama, que me invita, irresistible…

Graciela Martellott

LA COCINA DE BARBARITA





Acababa de despertarse. Con algunos quejidos la anciana se sentó en la cama, tanteó los anteojos y al abrir el cajón de su mesita de luz, encontró aquella pequeña muñeca de plástico duro, que alguna vez tuvo labios rojos y ojos negros.
Acarició con los dedos temblorosos el sombrerito y el vestido de pana verde, que abrieron una tranquera de recuerdos apretujados unos con otros para ser los primes.
Así fue como llegó aquel momento de los juguetes que no sobrevivieron al desorden, pensar que sólo quedó esa…la primera muñeca que le regaló su abuela cuando cumplió un año.
Las historias de la abuela Barbarita ganaron espacio y comenzó a relatar:
-¿Te acordás Chelita cuando se pegaron las lentejas en el techo de la cocina? ¡Claro! Era la primera olla a presión.
Tal vez ya te lo he contado, pero cuando yo era joven y tu madre empezaba a noviar con tu padre, yo los espiaba y una noche que tardaron en llegar apagué las luces y me quedé muy quieta debajo de la ventana.- Le contaba Barbarita muerta de risa.
-¿Y sabés que pasó Chelita? Viste que en la estancia de noche sólo se oye el canto de algún pájaro, pero no, yo escuché voces en el aparador y fijate que los platos le decían a las tazas que la vida de ellas era más sencilla, porque cargaban solamente líquidos calentitos en invierno y en verano se usaban poco. En cambio ellos estaban hartos de soportar huesos grasientos y no te cuento lo que decían…
¡De las sopas! ¡De los guisos! ¡De los pucheros!
Buen Chelita, me tengo que ir pero nos veremos pronto.-
La ventana se oscureció y cuando la anciana Chelita abrió los ojos pesadamente, se encontró con los de su nieta llena de lágrimas y un molesto sonido de sirenas aturdía en el veloz bamboleo de la ambulancia.
Tomándola fuerte de la mano le dijo:
No tengo mucho para darte, solamente esta muñeca que me acompañó toda mi vida y la risa, niña, nunca pierdas el buen humor que los llevas en los genes.
No dejes de sonrei…-

Graciela Martellotto

INSONDABLE





En el desierto del silencio,
Se veían las huellas
De la nada.
El se preguntó
-¿Cuál es el secreto?-
-¿Es que ya no existo?-
Allí entre la arena,
Pudo descubrirlo.
Estaban secos,
La rosa y el jazmín.
Sobre la aurora quedó
Un perfume nuevo,
Entre dos.
Y el tiempo supo
El misterio del AMOR.

DESDE MI JARDÍN





Hacía mucho tiempo que la esperaba, todo el huerto estaba en un soplo de tristeza constante.
La violetas preguntaban:
-¿Cómo será ese momento?-
Los musgos mantuvieron su silencio hasta que olvidaron la voz.
Los guijarros se cansaron de tropezar unos con otros para evolucionar.
Los arroyos sollozaban y yo los oía en el hueco de las piedras.
Muchas veces las abejas callaron, agudizaban la atención…
La libélulas morían cada día sin perder la esperanza.
Hasta aquel amanecer en que se corrieron las brumas de la sombras. Entonces fui feliz y todo cambió, la vi llegar en su caballo, una vez más la belleza de la mujer llenó de sonido nuestras vidas.
¡El ser humano regresó! Ahora puedo relatar esta historia.

“PAN- DIOS DE LA NATURALEZA.”

LA MARIPOSA



Cuando mis sueños se abrieron
En las alas del silencio,
Miré mis manos
Y encontré los puños.

Hundí un dedo en el vacío,
En el hueco de la memoria.
¡No había nada!

Todas eran ausencias,
No hubo nada que quemar.
Sólo quedaba el ahora…

Lo dejó salir casi en un grito,
Ella,
la mariposa.
¡Es la vida!
Eso dijo…

DE SOMBRA




La podía ver desde la ventana, observó que llevaba un canasto lleno de palomas, unas posadas sobre los bordes y otras dentro.
La niña tarareaba aquella canción tan antigua y a su paso los lirios se inclinaron.
A medida que avanzaba, el camino se hacía más elástico, se alargaba…
Y su sombra lo siguió.
Se estiró…se estiró tanto que se la llevó.

ECOS EN SILENCIO





Ya no quería escuchar. Todos los gritos se entrechocaban en su mente hasta lograr dejarla aturdida.
Conservó una jauría de años en su espalda, cargó cansancios y aguantó el vacío, ese que únicamente conoce el miedo.
Giraba en su propia jaula de plata, giraba…y giró hasta que vio salir el sol una mañana.
Fue la única, la primea vez que se miró en el espejo de una lágrima.
Cuando se fue, el aun dormía.

UN PERFUME VACIO




Todavía las tardes regalaban una sinfonía de rojos. Pero aquella vez había un aroma raro que se escondía detrás del perfume de la madreselva, invasora de la pirca.
¿Era un olor o un sonido?
Sólo lo supe cuando lo distinguí en el valle. Tenía el pecho hundido y se movía lento.
Al mirarme supe que algo le pasaba, no era el mismo.
Se me metió en la memoria para decirme que no me olvide nunca de sus relinchos salvajes, de sus crines peleando con el viento, de sus ausencias…
Y hasta hubo un -¡Por favor!-
Cuando regresé a la casa me enteré de que lo habían tenido que capar porque era un petizo y arruinaba las crías de los vecinos.

INICIACION A LA ESCRITURA AUTOMATICA





La escritura automática es uno de los tantos medios utilizados para lograr una apertura a la intuición sin que intervenga la mente.
En las canalizaciones desde Planos Superiores se debe tener cuidado con las interferencias mentales propias y de planos elementales. Por eso es necesaria una preparación previa.
En primer lugar escuchar la resonancia interna que nos lleva a creer que es posible. En segundo lugar el respeto exige no hacerlo solo por curiosidad, ELLOS son muy sabios y saben cuando hay real interés por aprender.
Buscar un lugar tranquilo donde no seamos interrumpidos. Tener siempre un sahumerio de Sándalo o Incienso encendido.
Sentarse en una postura cómoda con la columna recta. Hacer una relajación completa, respirar profundo y lento varias veces llevando la mirada a un punto en el centro de la frente sin forzar y con los ojos cerrados, imaginando que se abre un espacio en la parte superior de la cabeza.
Tener un cuaderno exclusivamente nuestro y para este trabajo, tomar un lápiz (no lapiceras de tinta).
Escribir una nota explicando, en pocas palabras, nuestro interés en hacer contacto con ellos. Luego sostener el lápiz entre el dedo índice y medio en el dorso de la mano, apoyarlo suavemente sobre el papel y esperar con tranquilidad.
Al principio es probable que no ocurra nada, entonces pasados uno o dos minutos, guardar todo y continuar, si es posible, 7 días después a la misma hora.
Seguramente comenzaremos a notar que se producen trazos in entendibles. Esto es señal de que vamos bien.
Repitiendo con paciencia este trabajo cada 7 días se irá logrando descifrar lo que aparece.
En algunos casos ocurre rápidamente, en otros lleva más tiempo pero como la voluntad es hija del entusiasmo, todo se logra.

DETRAS DE LA NOCHE






Sobrepasó todo intento de razonamiento…
En el medio de aquella noche, justo al centro de la nada me detuve, el silencio me aturdía tapando mis oídos pero dentro de mí sonaban instrumentos desconocidos.
Miré al cielo y vi otro cielo, vi ¡El Cielo! El real, no el de la figura mental.
Las estrellas me mostraron un lugar desde donde descubrí un espacio muy brillante y se manifestó un portal dorado que se abrió lentamente y supe que era mi momento.
Los temores desaparecieron, la alegría se transformo en rayos llenos de campanas y me dejé llevar en un viaje a la muerte.
En esta muerte encontré la vida y soy. Soy la flor, el pájaro, la montaña el fango, la tormenta la serpiente y la oveja.
Ah… y también soy vos y soy yo.

LA LLAMA DE LA LIBERTAD





BRUJAS Y ESTRELLAS


LA LLAMA DE LA LIBERTAD




Cada vez que encendía el fuego de la cocina, sentía un temblor en todo el cuerpo y en sus oídos sonaba un raro chasquido.
Si veía quemarse una montaña, lloraba desconsolada.
Jamás pudo soportar los fuegos artificiales.
Los hogares encendidos la ponían nerviosa.
Una noche, mientras observaba la llama de una vela, en la oscuridad circundante vio un grupo de mujeres que realizaban una danza circular y en el centro distinguió la figura de una joven que le resultaba misteriosamente conocida.
El cuadro era sublime hasta que aparecieron unas siluetas oscuras que tomaron a la muchacha y la llevaron al centro de una plataforma en tinieblas. Comenzó a sofocarse, el ardor lo sintió sólo en las piernas después veía desde lo alto, su cuerpo entre las llamas.
Un golpe de viento entró por la ventana y apagó la vela.
Nunca más volvió a sentir temor ante el fuego.

TRIANGULO DE ROSAS



Sus pies descalzos se hundían en la arena roja, así la pintó la tarde y así también se veía su rostro con los ojos clavados en el horizonte.
Sintió el abandono del atardecer y lo invadió una soledad de brumas.
Caminó toda la noche anotando las estrellas en un mapa de lágrimas.
Al llegar a las rocas encontró un rincón donde brotaban cascabeles, ese era el sonido de la vertiente.
Miró a través de la enramada y vio un triangulo tallado sobre una piedra plana, formado por tres rosas y en el centro resplandecía una luz de donde se reflejaban todas las facetas del color, para disolverse en la profunda negrura del cielo.

CALOR DE HOGAR





Apenas nací me encontré sola, totalmente desprotegida en medio de la noche.
En el momento que ella me encontró sentí que renacía. Me asistió, me dio de comer, jugábamos juntas…
Cuando su madre planchaba, ese calor que salía de la ropa almidonada, me producía un hechizo insólito.
Era una vida muy buena, todo era perfecto hasta que un accidente me dejó renga.
Las cosas se complicaron pero, como me mimaban tanto, me las arregle bastante bien.
Aquella noche quise escapar una vez más, jamás imaginé que la lluvia podía se tan pesada.
Estaba lejos de casa, quise volar y no pude…no pude…

LOS SUEÑOS SUENAN




A lo lejos se oía un sonido antiguo, alargado, por momentos los pájaros lo imitaban y los árboles estiraban las ramas en busca de más.
Desde las hojas se colaba un cuchicheo sonoro de risas.
Flotando entre los robles afloró la figura de una niña con las manos hacia delante. Movía los dedos…
De pronto se mostraron y el bosque estalló en colores. Todos creaban una danza alrededor de la chica que movía los dedos y justo era desde allí, de donde surgía el sonido.
Quise estirar mi mano y todo se apagó.

OPORTUNIDADES EFIMERAS


Detrás de las colinas las luces iniciales reverberaban avisando esa madrugada que ellos, los que te cuidan, esperaban por vos.
Las luces se agruparon anhelantes para ver el momento en que se abrieran tus ojos.
Había un silencio asfixiante: cada infierno traspasado, incontables lágrimas congeladas, las hojas secas yacían en el camino. Todo listo… a punto de desplegarse.
¡Y ocurrió!
Todo pasó y no te diste cuenta.
Ahora hay que volver a empezar…

AVENTURA URBANA


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Hace varios años en Cabana, una villa serrana con perfume a hierbas y salpicada por dos arroyitos, se vivía una aventura cotidiana.
Se trataba de la vida interior de un vehículo asombroso. Cuando llovía era blanco y desde lejos se adivinaba su existencia. Lo llamaban el Himno Nacional por el ruido a rotas cadenas que hacía al llegar, siempre que llegara. Entonces se escalaban los peldaños hacia un interior descalzo de alfombras, vidrios inquietos y muchas evocaciones bordadas en los asientos movedizos.
Durante el trayecto, enredadas en las bolsas de compras se oían historias personales, de otros y aquellas cuyo enunciado era, “Esto queda entre nosotras…”
Al medio día se enlataban empujones, codazos y mochilazos. Como madre paciente los esperaba como lo había hecho con varias generaciones.
Como él sabía las necesidades económicas de su gente, permitía trasladar cualquier cosa: marcos de ventanas, piletas de lavar, todo tipo de herramientas y hasta la presencia de un inodoro, que al ocupar un lugar de preferencia, llevó al pasaje a pensar si se trataba de una mejora en el servicio o era el lugar destinado al inspector.
Este cubículo no viajaba a la deriva, lo conducía una gran oreja que se ocupaba, primero de llegar y después de escuchar las cuitas de todo el mundo.
Además de ser depositaria de los desahogos solitarios y chicos de jardín, llevaba noticias boca a boca durante el recorrido. A veces algunas encomiendas eran tan frágiles que cambiaban su estado en el camino. Pasaban a ser tortilla antes de tiempo.
Muchas veces el cubículo contorneaba su cintura y no era que bailara cuarteto sino que llovía y como adentro también llovía, la gente se abrazaba en los rincones.
Hubo un día de luto en la villa, la tristeza transportó a los viajeros que pudieron ver, a la vera del camino, las chatarras abandonadas de aquellos COLECTIVOS URBANOS DE CABANA.

UNA MUJER


DIA DE LA MUJER 2009

Ella no usaba ropa elegante y no conocía las joyas. El trabajo le humedecía la frente, se perfumaba de horas silvestres y el sol salpicaba sus cabellos.
Cuando meditaba tocaba a los ángeles y guardaba el secreto.
Se estremecía cuando su esposo la miraba. Se amaron y un sueño creció durante nueve lunas.
Ella amaba a su hijo y su hijo al Padre, ese que está en los espacios profundos de cada hombre y mujer.
Cuando el niño creció dijo en voz alta:
“Amaos los unos a los otros.”

UNICO




No es mi silla
es la silla
donde se recuesta el maestro.
Tiene el pelo sedoso y honda la mirada.
No es un gato,
mi gato.
¡Es él gato!

CUMBRES


Desde aquella altura podía ver el paisaje iluminado por la luna, no escuchaba sonidos, no soplaba el viento.
Casi en un murmullo comencé a pronunciar mi nombre, fui elevando la voz hasta convertirlo en un grito.
Cuando miré hacia abajo, vi todo tan lejos...
Grité una vez más y me desdibujé entre las estrellas.

SENSACIONES


Estoy formando parte de la oscuridad. A lo lejos diviso un espacio por donde penetra una cinta de luz. Me deslizo por ella para ver del otro lado.
De pronto siento una explosión silenciosa. Ahora me encuentro en un lugar negro y espeso, pero percibo un surgimiento a mi alrededor. Son diferentes manifestaciones de color que cambian sus figuras constantemente.
El ambiente sigue siendo oscuro pero la sensación es agradable y cálida. Distingo los matices entre las sombras.
Puedo escuchar un sonido monótono, placentero y cada tanto un estremecimiento tierno me envuelve.
Oigo voces que me llegan de alguna parte. ¡No quisiera salir nunca de aquí! Pero algo se comprime… pasan algunos minutos y vuelve a apretarme… Una fuerza poderosa me empuja…
De pronto todo se abre, una bocanada de aire penetra por mi boca, no se que hacer, lo retengo dentro mío hasta que no puedo más. No se que hacer no puedo más...
Por fin lo expulso en un largo y ensordecedor grito.
¡Acabo de nacer!

APLAUSOS EN UNQUILLO


Están y no están.
El sol calienta las sillas,
algunos escuchan y no entienden.
Están y no están.
El canta y está perdido
en su propia letra.
Toda suya.
Sin sonido los aplausos.
Algunas mujeres
sin nada que hacer,
dan una vuelta.
Están y no están.
Él sigue cantando
su letra... sin aplausos.

UNA HISTORIA DE INVIERNO


Los niños acercaban los pies al hogar para secarse las medias. El abuelo observaba desde su mecedora esperando que el bullicio también se asentara sobre la alfombra, para comenzar con el cuento de la tarde.
-“Hace muchos años los Dioses, los Señores y los Hombres compartían la tierra.”-
En silencio flotaba la perplejidad.
-“Cuando el Señor del otoño terminó con su tarea de desnudar a los árboles, secar la semilla y empujar al sol más temprano, el Señor del invierno bostezó el primer viento helado. Las Diosas del agua y del aire lo transportaron sobre nubarrones grises.
Las Hadas del brillo en un ajetreo interminable, arrojaban copos de diamantes para cubrir valles y montañas.
Los Hombres salieron de sus casas y saltaron, jugaron y bailaron con las motas resplandecientes. Los Señores aplaudieron, las Hadas entrelazaron su vuelo y los Dioses soñaban.
Pasaron los Señores de los tiempos y los sueños cambiaron. Los Hombres se separaron de los Señores y las Hadas.”-
-¿Y qué pasó con los Dioses?- Preguntaron los niños.
-¡Ah! Ellos siguen soñando...
¡Nos siguen soñando!-

ESPACIOS DE UNA MELODÍA


El ocaso de un ciclo revela un aroma húmedo. Como algodones espesos el miedo penetra temblando en el bosque.
Las cosas se confunden, se oscurecen. El hechizo ahonda en el imaginario, asfixiante...
Detrás de las nubes, la orquesta del tiempo afina sus instrumentos.
La mente se paraliza. Las sombras astutas remueven las culpas. Aparece el Dios que castiga: interno o lejano.
Y es ella la que guarda el gran secreto...
La que abre las puertas a la vida.
Es la muerte que ofrece una música mueva.

BOTELLAS VERDES


En aquel tiempo, cuando el tiempo todavía tenía tiempo, sonaba el despertador legítimo de la mañana. El gallo, orgulloso y bien peinado.
Entonces se hacía economía de basura. La leche se envasaba en botellas de vidrio.
Después del tintineo del cencerro se escuchaba un auténtico alarido y de la jardinera color naranja, bajaban las botellas verdes.
Si la abuela y el azúcar estaban disponibles, la olla era una fiesta.
Las que quedaban en la heladera tenían, entre la tapa y el contenido, un genuino espacio para la pureza.

LOS TRES MONOS SABIOS


No ven,
no hablan,
no escuchan,
no fuman,
no beben,
no comen carne,
no usan celular,
no ven tele,
no usan computadora.
Entonces: ¿Qué hacen?

ESPEJO ANTIGUO


Había caminado durante horas. Aquella tarde, cuando regresé a la casa de mi abuela, la encontré sentada frente al espejo junto al viejo reloj.
Me miró a los ojos y me dijo: -¡Qué cansada estás!-
Con el mágico pincel de la memoria, pintarrajeó algunos recuerdos:
"Aquel río que acariciaba nuestros cuerpos y la luna..." Ella sonreía y yo también.
"Cuando vi la muerte derramada sobre aquel recién nacido". Lloré y vi correr sus lágrimas.
"Ese accidente con ocho meses de embarazo y salimos ilesos." Suspiramos al mismo tiempo.
La noche se colaba por la ventana, la dejé entrar y despacito fue cubriendo el espejo en el que me había estado mirando durante todo ese tiempo.

BARROTES INVISIBLES


La soledad camina escoltada por la razón.
Cuando éramos niños se agazapaba en la oscuridad. Se juntó con la timidez; miedo disfrazado que acompañó la adolescencia.
Creó un dibujo lastimero para retener a los hijos y fue capaz de llevar la mentira como estandarte, para no ver que el amor también se acaba.
Tal vez olvidamos aquel lugar al que regresamos en silencio, descascarando el deseo y abriendo los sentidos.
Cuando nos conmueva el vuelo del águila.
Cuando el siseo del mar nos hable delos espíritus del agua.
Si descubrimos que el fuego del atardecer no tiene propietario y hundiendo los pies en la arena reconocemos que somos uno más, habremos llegado al punto final de la soledad.
La libertad.

ESTRIDENCIAS ESCONDIDAS

Se había sentado sobre la pirca, venía cansado de estar todo el día intentando transportar el agua desde la vertiente hasta el rancho que ya era casi una realidad.
El sol se ponía y todo estaba dispuesto para el descanso en las sombras.
El había decidido mudarse, vivir sólo y tranquilo en medio de la montaña.
-¡Me cansé del mundo¡- Dijo cuando dejó atrás la ciudad.
Los pájaros callaron, el viento se detuvo y allí comenzó.
¡El tremendo alarido del silencio!

ESCÉPTICO


- No creo en la magia - dijo el viejo acariciándolo, - es todo producto de la imaginación - y hundió la mano en el grueso pelaje.
-¡Vamos¡ no me vengan con cuentos... - afirmó.
Se montó sobre el dragón y voló alto, muy alto.

BARQUITOS DE PAPEL CARTÓN


Gran cantidad de hojas secas se recostaban una sobre otra formando una estera crujiente, bajo los consumidos zapatos de Marcel y Flavie.
Todos los días recorrían aquel pueblito en la campiña francesa vendiendo el pan que amasaba su madre.
Cuando terminaban el reparto jugaban en el arroyo, donde Marcel construía los barquitos de papel cartón que flotaban hasta encallar en un puente, donde los recogían para volver a empezar. Antes del anochecer, él la cubría con una capa para proteger sus pulmones enfermos.
Marcel había crecido junto a su madre en un ranchito de adobe, enfrentando la pobreza con un carro y un caballo que les permitía acarrear la leña para el pan. Les alcanzaba para vivir con cierta tranquilidad, sin saber que un año después deberían venderlos ante la llegada de la pequeña Flavie, que enseguida conquistó el cariño de su hermano.
Con el paso el tiempo, un último regalo de la vida, no sólo no pudo nacer sino que se llevó a la madre con él.
Marcel hundía sus manos tironeando el cabello de la muerta pidiendo que volviera, hasta que la quietud se convirtió en desesperante soledad.
El chico encaraba su adolescencia con una responsabilidad demasiado grande, pero lo que nunca dejaba de hacer eran los barquitos de papel.
Una madrugada los despertó un golpe fuerte que abrió la puerta. El filo de las espadas brillaba mientas los dientes marcaban el ritmo del miedo.
Ayudados por un soldado sobrio escaparon. La incertidumbre secó las lágrimas y sin refugio aparecía, como milagrosa alternativa, el campanario de la iglesia.
Antes de las campanadas bajaron hacia la feria, donde la carnicera cuidó a Flavie mientras él buscaba trabajo. Por las noches, junto a las palomas la campana velaba su sueño, difícil de conciliar para él. Una tarde que alargó su contorno, Flavie se abrigó sola y buscó entre las sombras, la escalera del campanario. Aterradoras retumbaron y su hermano no estaba. -¡Los soldados! ¡Vienen los soldados!- Gritaban en la calle.
Detrás de la vanguardia venían, encerrados en una especie de jaula, varios jóvenes y Marcel que chillaba: -¡Volveré Flavie, volveré en uno de los barquitos!- miando hacia la capilla.
…………………
Aquella tarde había invitados en la residencia. Sonó el portero anunciando la llegada de Antonio Pérez Acedo con un amigo.
-Yo atiendo- dijo María Soledad.
Al abrir la puerta ante el desconcierto de Pérez Acedo, la señora y su compañero se abrazaron en silencio.
Ambos temblaban y nunca pudieron explicar porque los dos tuvieron el mismo raro pensamiento.
“Un barquito de papel.”

Graciela Martellotto

NUNCA MÁS



Había terminado la tercera guerra mundial, la última. El fuego había arrasado con casi todo.
Estaba sola, las primeras sombras del atardecer se tejían en mi pelo.
El olor a cenizas me impedía respirar profundo, jadeaba...
Me senté sobre una piedra y allí estaba, la vi brillar. Era una moneda.
La tomé con la punta de los dedos, caminé despacio hasta el lago y la arrojé.

COSAS DE LA VIDA


Se escucha una voz que no pronuncia idiomas, que surge de la bruma del tiempo.

Suena en el trigal maduro. Lo siente el agua cuando la perforan los peces. Zumba en las abejas y se agita en las alas libres.

Retumba en la serpiente, símbolo de sabiduría. Lo perciben las bestias que le temen al hombre, por ser más bestias.

Se hace dócil en el canto rodado. Lo entona la gallina sin importarle si ella fue primera. Está en el silencio en que teje la araña.

Es la vida que palpita en cada cosa.