CUMBRES


Desde aquella altura podía ver el paisaje iluminado por la luna, no escuchaba sonidos, no soplaba el viento.
Casi en un murmullo comencé a pronunciar mi nombre, fui elevando la voz hasta convertirlo en un grito.
Cuando miré hacia abajo, vi todo tan lejos...
Grité una vez más y me desdibujé entre las estrellas.

2 comentarios:

Marta R. Rivolta dijo...

¡¡sencillamente delicioso!!
Celebro su genialidad...

Graciela Martellotto dijo...

Gracias.
Son esos estados...